jueves, noviembre 24, 2011

Garabato

Tengo un alto de hojas esperándome para estudiar. Mañana tengo examen.
Pero me encontré con este post viejo. Y lo volvería a escribir. Carpetas escondidas siguen inundando mis archivos virtuales. Y las últimas hojas de los cuadernos, las boletas de los cafés, los bordes del periódico del metro, siguen siendo testigos callados de mis andanzas por ésta, mi nueva ciudad.

lunes, noviembre 14, 2011

Material Love (pero del bueno)




Hablaba con Jaime hace unos días de cómo él había decidido devenir en un lado más artístico, puesto que su profesión (diseñador industrial) lo llevaba a crear necesidades, y eso le incomodaba impúdicamente.
Estando bien de acuerdo con su posición (sobretodo porque es muy bueno en lo suyo), no pude dejar de reflexionar sobre la nueva adquisición de mi Iphone.
Digamos que, antes que el celular pasara a ser una necesidad, me resistí durante años a tener uno. Y ahora pasé de tener el nokia corriente que dan sin costo en los planes, a un monumental Iphone 4s blanco, apolíneo y con mil aplicaciones y mundos por descubrir. Sí. Los zen reales pueden discutir esta apreciación, pero a mí lo que me hace feliz de mi iphone, no es (sólo) su color, su magnífico diseño o la facilidad para manipularlo. La felicidad profunda que me produce es, sobretodo, el poder hablar con mis amigas que pasean por un veraniego Buenos Aires, mientras yo estoy cenando en mi casa en Paris. Me entrega la maravilla de poder preguntarle a mi amigo Felipe, que tuvo un grave accidente hace unas semanas, si su recuperación va mejor, vía Whatsapp, mientras voy en el tren de vuelta a mi casa, y él mira por su ventana en La Unión, sur de Chile.
Este aparatito me entrega la posibilidad de compartir la poesía que es la entrada a mi residencia universitaria en otoño.
Y sí, parezco un comercial de esos malos de telecomunicaciones. Puede ser. Y tb puede ser que los encuentros personales no tengan comparación. Absolutamente de acuerdo.
Pero creo que todas estas voces que cuentan que vivimos una era nueva, una mutación de paradigmas, etc, tienen mucho que ver con esta facilidad para estar conectados con los otros. Dónde estén.
Esa materialidad, podría discutirle a Jaime, nos calienta el corazón.
Porque desde que a alguien se le ocurrió hacer señales de humo para comunicarse, la verdad necesaria de extender las manos (reales o virtuales) para tocarnos con otros, es innegable.