sábado, agosto 29, 2009

El Paso (y Peso) de Una Generación



Leo en una revista a un actor treintañero diciendo que nuestra generación no tiene sueños ni utopías. Veo a quienes vivieron prisión, tortura, exilio, retorno, reencanto, renacimiento y reacomodo, que se levantaron, recogieron su historia y aún, casi por milagro, siguen vivos. Algunos con más voz que otros. Algunos más resilientes que otros. Me vuelve la idea de que "nuestra generación no tiene grandes compromisos ni sueños". Sociales, claro. En conjunto. Como ese sueño impresionante que se cuela en cada discurso, en cada película, en cada declaración sindical, ecuménica e incluso eclesiástica de hace cuarenta años atrás. Se me viene la imagen vista hace un mes y medio en Paris: La torre floreada, luchando con un martillo que la aplastaba. Floreada entera, representando la década de los sesenta. Cuando en Chile tres gatos (quizás quince o veinte, pero minoría igual), se juntaron a hacer cine con el vuelto del pan. Porque había una sociedad que mostrar. Porque Ecran no les era suficiente. Porque era necesario mirarse hacia adentro, filmar artesanos del mimbre, hospitales psquiátricos patéticos e inhumanos, marchas de trabajadores conscientes de sus derechos, poblaciones miserables con niños ignorantes de su tragedia. Entonces vino el golpe con su martillo y todo se desplomó y desplumó. Y entonces el mundo también cambió. A veces sueltan las ganas de rabiar, patalear y desgañitarse contra esa generación que luchó tanto por un ideal tan naif. Decirles que cómo cresta pudieron ser tan inocentes, y de paso, quitarle el peso, la legitimidad a que las próximas generaciones pudieran luchar por su sueño. Porque se corroboró que con sueños no basta. Y eso es lo que nos tocó a nosotros. La realidad. Encontrarnos de frente y con todo el mundo. A través del chat, del cine, el video, la música, el idioma, los aviones. Nos tocó reflexionar sobre "un siglo interesante" (diría Hobsbawn), sobre los mejores y también los peores hechos que como especie humana pudimos cometer. Tenemos la labor de expresar lo que nos pasa como individuos, ir hacia adentro y conversar. Pero sobre todo conversar. Hablar de lo que nos pasa, mirarnos. Tal vez hasta ponernos de acuerdo. O tal vez no. Sólo contarnos qué nos pasa, para comenzar a pensar que lo que pasó atrás no fue en vano. Que los maestros que miramos con cariño y admiración no sólo son fósiles vivientes, sino también carne, corazón, historia, valentía y dolor. Que debemos aprender de ellos, abrazarlos y conversar. Algo que, se escucha irreflexivamente decir, ya no se hace. Para mí, hoy estamos más comunicados que nunca y eso, debe ser una ventaja, no una medusa satánica de la cual hay que huir.

martes, agosto 18, 2009


No estaré para el matrimonio de mi mejor amiga del colegio. No estaré para presentar mi ponencia en Valdivia. Ni en el congreso universitario.

Sobrevolaré el aliento de la pasiónposible. Aleteando en viento contrario.

No estaré en las presidenciales. Ni en el escupir indómito de las flores en octubre. Ni en el atardecer de los escolares en manga corta. Ni en el infatigable banquete del 3 de noviembre

PeroestarenParis.

lunes, agosto 17, 2009

REW


Suena el teléfono

No estoy en casa

Decidí morir

antes del primer grito


El huevo se desquiebra

clara y yema

vuelven a juntarse.

Las abraza una cáscara


Nunca tecleé

ni fotografié

ni llené cintas


El zancudo devuelve mi sangre,

las manos vuelven a mi vientre

la tinta vuelve al lápiz

las letras al libro


He vlt

he vlto

he vuelto



miércoles, agosto 12, 2009

Alfombra Mágica


Tengo la misma sensación de cuando era chica y veía Mazapán.
Y veía que sus conductoras se subían a la Alfombra Mágica, decían las palabras, y cambiaban de lugar.
Y partían sin nada. Literalmente con lo puesto arriba de la alfombra.
Entonces miro la cantidad de cosas acumuladas que tengo en mi pieza, y el porte enano de mi maleta.
Y me gusta.
La alfombra no puede llevar muchos kilos. Y eso me gusta.
Me gusta comenzar a despedirme de la ciudad de esta forma también.

sábado, agosto 08, 2009

Fenomenología de la Guata

De un tiempo a esta parte los años no sólo me han traído más manchas en la cara, más dolores articulares con el frío y menos resistencia a una semana corrida de carrete. Menos mal que en este universo las cosas se compensan, y por una larga lista de negatividades, la suma de años trae maravillas como eso que llaman madurez; que personalmente prefiero ligar con serenidad y sabiduría. No voy a dármelas de gurú, porque ni cumplo treinta todavía, pero no hay duda que nos cambia el panorama desde que éramos nenes y nenas, y éramos capaces de salir a la batalla sin nada, piluchos por la vida (metafóricamente hablando, en mi caso al menos), básicamente porque no teníamos el aprendizaje previo que podíamos salir trasquilados (a veces bastante).

Hace unas semanas hablábamos con M de cómo nos hemos ido dando cuenta que con el paso de los años estamos escuchando más la guata. (Según J la guata tiene más neurotransmisores que el cerebro). Con escuchar la guata me refiero al acto simple y complejo de decir "esto sí" "esto no". ¿Por qué? Porque algo adentro, que no sé en su caso, mi estimad@ lector@, pero en el mío, se traduce en un apretón o un aviso que emerge claramente desde el vientre y que dice "hay que salir de aquí" o "aquí es donde hay que seguir por ahora".

En esta misma conversación M me contaba que en un artículo que leyó en la revista Geo, se abordaba el tema de la intuición con una conclusión bastante lógica. Nosotros, especie humana, tenemos la capacidad de recepcionar millones de estímulos que ingresan a nuestro cuerpo de las más distintas maneras. Los más normales y conocidos son nuestros cinco sentidos. Entre medio, (no olvidemos a Freud), está el incosciente almacenando una cantidad incalculable de situaciones que no somos capaces (afortunadamente) de asimilar racionalmente. Tenemos entonces estos estímulos ingresando constantemente. A ello se suman nuestras experiencias previas. El típico caso de que si alguna vez tocaste el fuego y te quemaste; pues es más probable que lo pienses dos veces antes de volver a hacerlo.

Entonces la intuición y el hacerle caso a la guata, que resulta ser un vocero de estos millones de estímulos, sumados a nuestras experiencias previas, resulta de lo más lógico que hay.

Pero para que este aviso abdominal sea efectivo, la experiencia previa es básica. Aunque el estímulo del peligro haya ingresado por millones a nuestro cuerpo, no es posible advertir el riesgo si no tenemos aquella historia (consciente o incosciente) que nos enseñó que el porrazo puede ser fuerte.

Esta reflexión sobre la experiencia previa, me hizo tanto sentido para esos momentos en que uno está nublado, no ve para ninguna parte, y necesitas darle unas cuantas vueltas al asunto, porque ni siquiera la guata puede indicarte hacia dónde es mejor seguir. Resultaría un poco taxativo para esta elucubradora blogguera decir que sin experiencia, no hay intuición. Últimamente me he puesto de lo más relativista, me disculpará Ud. Pero sin duda que el haberse quemado antes los dedos, aunque no se recuerde mucho, resulta una ayuda para que la bocina de alerta se encienda y, en consecuencia, la guata comience con su aviso de poner atención.

Si esto resulta tan evidente, nuestra tarea entonces está en no ser tan extremadamente porfiados. Porque está bien dudar, reflexionar, barajar las opciones. Pero no olvide, en el momento de tomar una decisión, que los millones de estímulos por segundo que podemos captar, pueden haber hecho click, recordándonos mediante un apretón de guata que es el momento justo e indicado para tomar esa decisión que creemos puede ser la correcta. Y si por casualidad no lo fue; alégrese Ud. ! Tendrá el aprendizaje previo que más adelante le recordará que, aunque somos humanos y tropezamos dos veces con la misma piedra, es posible y necesario hacerle caso a esta cosquilla estomacal resumida como intuición.

Para cerrar dejo abierta la pregunta de por qué se asocia el "sexto sentido" o la "intuición" más al género femenino que al masculino. ¿Mayor capacidad de captar y asociar estímulos y experiencias previas tal vez? Deben haber cien mil artículos filobiofenomenológicos escritos y publicados sobre esto. Pero como esto es sólo una reflexión de una preguntona blogguera, les dejo la tarea para la casa.